La adaptación de la Industria 4.0 en México es una realidad que avanza en cámara lenta.

El país se ubica entre el top 10 y 15 de las economías con mayor peso industrial en el mundo. Pero su entrada en esta nueva era parece no ser una prioridad inmediata para la mayoría de las organizaciones.

Las razones que se han enunciado ante este contexto están enmarcadas por un desinterés en la inversión tecnológica que no es reciente:

• México ha basado el crecimiento industrial en el costo de la mano de obra, no en el desarrollo tecnológico posible.

   

• Durante años ha faltado una política industrial que acelere el desarrollo de las organizaciones.

   

• La brecha en la transformación digital es todavía muy amplia entre grandes jugadores del mercado global y pequeñas y medianas empresas.

   

• La inversión inicial de la transformación tecnológica se estima muy alta en comparación con los sueldos que se pagan en algunos rubros del sector industrial, sin calcular que será amortizada en el corto plazo y traerá mucho mayores ventajas.

En 2017, un estudio realizado por The Social Intelligence Unit ya alertaba sobre la baja integración que México mostraba en la conectividad de sus dispositivos.

“Mientras que la OCDE y el G-20 muestran una penetración de tarjetas machine-to-machine equivalente a 15.5 por cada 100 habitantes y a 10 por cada 100 habitantes respectivamente, la penetración en México es apenas 4.9 por cada 100”, destaca el documento.

Este número resulta importante, pues indica la cantidad de dispositivos que podrían estar generando un reporte de datos a un cerebro central. Es el origen de tecnologías como la Big Data, vital para la implementación de la Industria 4.0.

El empuje de las marcas globales

Las organizaciones que son parte de grandes consorcios globales y empresas trasnacionales son las que abanderan la Industria 4.0 en el país. Son también las que tratan de empujar a sus proveedores locales a esta transformación.

Ejemplo de lo anterior son las grandes compañías automotrices, de electrónica y electrodomésticos, así como las empresas de aeronáutica que han encontrado en México una sede importante de producción.

Para las otras organizaciones, la transformación depende principalmente de su iniciativa y de una cultura laboral que no pierda de vista la innovación.

Pese a que los resultados de la Industria 4.0 son tangibles –crecimientos acelerados, posibilidad de escalar el negocio por medio de la tecnología, penetración en nuevos mercados (e-commerce, por ejemplo), optimización de maquinaria y especialización de colaboradores–, esta revolución en los procesos no termina de permear.

Oportunidad de cambio en la industria 4.0

El contexto negativo no quiere decir que el caso mexicano esté perdido. Los cambios de hábitos acelerados por eventos como la emergencia epidemiológica del covid-19 han demostrado que las empresas pueden y deben dar ese salto en el menor tiempo posible.

La llegada de nuevas generaciones al ámbito laboral podría representar ese hervor necesario para mantener el impulso no solo de la conectividad, sino de la industria inteligente.

Asimismo, la apertura de las empresas a los clústers industriales es una oportunidad inmejorable para que la sinergia con las organizaciones más avanzadas tome un rumbo hacia la automatización y la adopción tecnológica.

En el caso de las pequeñas y medianas empresas, hoy la transformación digital es una de las vías más seguras para lograr escalar su negocio, obtener mayor visibilidad y generar una comunicación más cercana con sus clientes.

La Industria 4.0 es el camino de los innovadores, pero también una brecha determinante en el futuro cercano para aquellos que hayan preferido no abrir los ojos a las necesidades del mundo contemporáneo.